martes, 12 de julio de 2011

¿CÓMO SOBREVIVIR A DOS MESES DE VERANO CON NIÑOS EN CASA Y NO MORIR EN EL INTENTO?

Se termina el colegio.
¡Bendición para los maestros! 
¡Perdición para los padres!
Dos meses llenos de tiempo muerto, calor, niños alborotando por casa, cansancio y... NO HAY COLEGIO.
¿Cómo sobrellevarlo sin querer esconderse en un agujero para volver a salir en Septiembre?



Bueno... la verdad es que en mi caso, esta situación es un arma de doble filo. 
Soy maestra, con lo cual, tener dos meses de vacaciones, es un lujo al alcance sólo de los educadores y algunos afortunados más... 
Pero también soy madre, con lo cual las vacaciones no son vacaciones al 100% porque siempre hay una mosca cojonera rondando a tu alrededor, recordándote que te quedan todavía dos meses para entretenelo. Esa fiera de 5 años "sólo" pide atención, ejercicio y desfogarse...

Claro... Y muchos de los padres que lean ésto, se dirán para sí mismos: " Sí, sí... una maestra tiene recursos para entretener a su hijo, lo tienes más fácil".
Y bueno teóricamente no les faltará razón, pero a la hora de la práctica la cosa cambia.
Una maestra tiene a varios niños en clase. Los niños, ya saben que en el colegio las cosas funcionan de una manera muy diferente a cómo funcionan en sus casas. Así que, por norma general, suelen ser más obedientes que en casa. Además, siempre existe un pelín de respeto (en algunos caso mucho, en otros nada... pero compensamos) hacia la maestra. Así que si la maestra dice ésto... se hace y punto... aunque algunas veces rezonguen y protesten.

Pero qué ocurre cuando no eres la maestra, sino la madre...???
Pues que te toman por el pito del sereno. Sí, sí... Más clara no puedo ser. 
-Venga Marcos... lávate los dientes por favor.
-Bahhh, mamá, si ya me los lavé anoche.
-No lo repito más veces Marcos... lávate los dientes.
-Que nooooooooo, jooooooooo, que estoy haciendo un puzzle.
-(cambias la táctica y te pones blandita) Venga cariño, que si no te los lavas, el Ratoncito Pérez no querrá venir a visitarte cuando se te caiga un diente.
-Me da igual... pues que no venga...


Y a partir de este momento.... y sólo son las 9.30 de la mañana, empiezas a echar humo por ambos conductos auditivos, y recuerdas lo ancha que estabas en Undués...
Pero cuánto lo echabas de menos...jajaja.

En fin... que se lava los dientes tras un buen rato de discusión. Y desde ese momento hasta el bendito momento de la siesta... no hay manera de que esté tranquilo ni un momento. 
Es ahí cuando empiezas a preguntarte, (pregunta universal donde las haya) dónde narices tendrá este chiquillo las pilas...? Y de dónde ha sacado esa facilidad para hablar y hablar y hablar y no cansarse nunca...? (no desvelaré la respuesta...).


La cuestión es que al tercer día de estar con él de vacaciones, entiendes porqué los padres te suplican que el calendario escolar se alargue hasta julio y comience antes. Pero claro... tampoco es para tanto... yo creo que podremos arreglarlo para que yo siga pudiendo tener mis ansiadas y merecidas vacaciones.


Así que le compramos unos patines para ir a patinar los dos. CRASO ERROR. Porque yo me mantengo de pie (lo que no quiere decir que sepa patinar) pero mi hijo es completamente nulo a la hora de mantener el equilibrio. Así que una hora más tarde acabo con los riñones al jerez, las espinillas llenas de moratones, los oblicuos echando fuego, la cabeza achicharrada (no hay zona de patinaje a la sombra, no entiendo el porqué), y un niño de 5 años gritando y llorando que quiere seguir patinando.


Cambiamos la actividad. 
-Venga mi vida, ¿hacemos unas hojitas de actividades del cuaderno de verano?
-Vale!!! 
(A los dos minutos)
-Ya mamá. He hecho dos páginas. Ya no quiero más. Puedo ver la tele?
-Pues no, cariño, será que no hay cosas para hacer que te tienes que poner la tele. ¿Hacemos un puzzle?
-Venga sí...!!!!


A los diez minutos se ha hecho dos puzzles de 80 piezas. Los ha hecho, los ha desmontado y ahora qué?
-Al parque, al parqueeeeeee!!!
Ja, sí, claro. Al parque a las 4 de la tarde, que hace un calor que no se puede ni respirar, que al tirarte por el tobogán de acero, lo menos que te puede pasar es que te quedes pegado a él o salgas con quemaduras de primer grado...
Jo mamá... es que me aburro...
Venga, pues vamos a jugar al parchís!
O nos vamos a la piscina.
O quedamos con alguien para ir a alguna terracita... verdad Vane? Pero claro... en este punto, una no es muy consciente tampoco de lo que eso conlleva. Porque si la terraza tiene zona infantil, se está de lujo, pero si no... vuelves a escuchar a la mosca cojonera que no para de quejarse porque se aburre...
O nos vamos a dar una vuelta al centro y vemos cómo la gente se desintegra de calor y se funde en el asfalto.


¿Tanto les cuesta quedarse tranquilitos en el sofá, viendo la mosca moverse, la cortina con ese ligero movimiento que sólo puede producirlo el milagroso aire acondicionado???
Pero no, claro son niños, Quieren fiesta, movimiento, acción, dar mal, y tocar las narices... Esto último les encanta y además son catedráticos en eso. No hay cosa que se les dé mejor que tocar las narices.


Yo esta tarde me voy a Ikea. Creo que es una decisión bastante sabia para los días tontos, como hoy, que ya has probado todo, y no sabes qué hacer. Así que me iré allí (para mí es como un parque de atracciones para adultos), dejaré a Marcos en la zona de juego (él está deseando ir a las bolas) y yo pasearé tranquila, ojeando las cosas que necesito para casa (y las que no también) y cuando salga, recogeré a mi tesorico, y yo ya me habré desfogado. 
No he necesitado a los abuelos para tener una hora de relax, pero me he relajado, y he gastado (algo que ayuda a relajarse, al menos a mí).



Y creo que la opción de la piscina, será la que más prevalezca a la hora de calmar al toro de mi hijo. Porque en la piscina disfruta, se cansa, y llega a casa tan agotado, que sólo cena y se va a dormir.
Así si se pueden pasar unas vacaciones... dos y tres meses si hiciera falta... No pondría ninguna pega.






Y ahora, hablando un poquito más en serio... Es emocionante poder pasar dos meses junto a esa mosca cojonera, que tuvimos a bien llamarle Marcos. Porque, a pesar de ser un cansino, y un tocanarices (como todos los niños de esa edad), es mi cansino y mi tocanarices preferido y me encanta escuchar esa vocecita que a veces me saca de quicio... porque hasta lo peor que puede tener ser madre, yo lo he echado de menos estando en Undués.

Como véis, consejos no doy muchos... Pero sí os digo una cosa, como madre y maestra que soy, sí creo que el verano es un tiempo para compartir, para realizar actividades al aire libre (y más casera que yo... pocas... bueno Lydia igual pero por poco eh?). Es momento de descansar, recargar las pilas, olvidar las obligaciones que representan el colegio, el trabajo y la rutina del resto del año.
Es momento de crecer emocionalmente, de soltar las riendas y de disfrutar. Aunque a veces, ésto último se haría mejor en una isla desierta, con un mojito en la mano izquierda, y la pulsera de todo incluido en la otra... Y aún allí, escucharías esa vocecita incansable ..."mamáaaaaaaa, mira como salto las olasssssssss!".


FELIZ VERANO A TODOS Y QUE OS SEA LEVE...jejeje

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